Читать книгу Informe 2084. Una historia oral del Gran Calentamiento онлайн
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Si la ración de la ciudad de 75 galones por persona por día no lograba ahorrar la suficiente agua, la ciudad podría reprogramar remotamente las válvulas para un límite más bajo. Cualquiera podía ver que eso iba a suceder. La sanción por alterar las válvulas de cierre era una multa y una ración todavía más pequeña. Una infracción reincidente le daría al propietario dos años de cárcel, sin posibilidad de reducción de la cadena por buen comportamiento. En caso de que alguien no captara el mensaje, las vallas publicitarias electrónicas de la ciudad publicaban videos de los últimos estafadores del agua que se habían sometido a una “caminata de delincuentes” pública.
Tener que sobrevivir con 75 galones y luego menos, a medida que la ciudad bajaba la ración, cuando sólo dos décadas antes el residente promedio de Phoenix había consumido más de 200 galones [757 litros] por día, significaba que debíamos cambiar la forma en que vivíamos. Las familias tenían que considerar los presupuestos de agua de la misma manera que los financieros, pero había una gran diferencia. En ese entonces, una familia aún podía pedir dinero prestado o cargar las compras a una tarjeta de crédito, pero nadie en Phoenix iba a prestar o a vender agua, ni siquiera por dinero en efectivo.