Читать книгу Informe 2084. Una historia oral del Gran Calentamiento онлайн
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Uno de los aspectos más peligrosos de los incendios de California es lo que sucede después, sobre todo en la región de los chaparrales. Los incendios queman la vegetación cuyas raíces mantienen unido el suelo, de modo que el siguiente aguacero puede remover el suelo, las rocas y los escombros del fuego, para luego arrastrarlo todo y enviarlo cuesta abajo… hacia lo que sea que se encuentre abajo. Estos flujos de escombros pueden incrementar su velocidad a medida que viajan, como si se tratara de una avalancha. Si golpean un área poblada, la remoción de los escombros puede llevar años y costar más que el daño del fuego en sí mismo. Este escenario tuvo lugar en nuestra hermosa comunidad de Montecito, cuando en 2018 los escombros fluyeron hasta 15 pies [4.5 metros] de altura y viajaron a 20 millas por hora [32 kilómetros por hora], destruyeron cien casas y mataron a veintiún personas. Dejó la crucial autopista 101 bajo lodo y rocas que tardaron meses en ser removidas.
Hasta ahora, he estado hablando de los incendios más grandes, los que quemaron cientos de miles de hectáreas, los que atraen nuestra atención. Por supuesto, la gran mayoría de los incendios son más pequeños, pero también destruyen hogares y vidas antes de que los bomberos consigan apagarlos. Mis abuelos estuvieron a punto de perder su hogar en uno de ésos, en 2018: el Fuego Holiday, llamado así por una de sus calles. Con 45 hectáreas, palideció en comparación con el gigantesco incendio Thomas. Sin embargo, el Holiday destruyó diez casas, casi incluida la de mis abuelos, y su lucha costó un millón quinientos mil dólares. Estos pequeños incendios se volvieron mucho más comunes, hasta el punto de que sucederían dos o más al mismo tiempo, mientras que los bomberos tenían los recursos para combatir sólo uno. Esto solía ser un problema menor porque cuando se producía un incendio en un área, los departamentos de bomberos de todo el estado, e incluso más allá, se apresuraban a brindar asistencia. Pero cada vez con más frecuencia, los departamentos de bomberos se mostraban reacios a dejar su área de responsabilidad por temor a que se produjera un incendio allí y se saliera de control antes de que pudieran regresar para combatirlo.