Читать книгу Laicidad y libertad religiosa del servidor público: expresión de restricciones reforzadas онлайн
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[§ 15] La intolerancia religiosa hacia los no católicos incrementó, al punto que desde el siglo XII surgieron distintas expresiones de la inquisición16 como poder confiado especialmente a la orden del Císter y a los dominicos17 y como figura de indagación, juicio y castigo contra organizaciones que no compartían las creencias oficiales18, tales como los valdenses, los cátaros, los judíos, los musulmanes o los protestantes19. Su propósito fue el de “[…] destruir la herejía”, precisando que ésta no podría ser terminada si no eran también exterminados “[…] los herejes […] y sus encubridores y defensores”20.
La institución inquisitorial estuvo así al servicio de la “connivencia en el poder de Iglesia y Estado”, a tal punto que fue replicada en unos casos como tribunal civil y en otros como tribunal eclesiástico. La de Aragón (1249), la española (1478-1821) y la portuguesa (1536-1821)21 son ejemplos de esa reproducción de los tribunales contra las diferencias de fe.
Si bien el castigo preponderante utilizado por la Inquisición fue la excomunión, luego se extendió a penas también usadas en tribunales civiles, principalmente físicas. La tortura, como medio de indagación, fue generalizadamente utilizada por el “Santo Oficio”22, dos siglos después del inicio de la Inquisición, en la época de la Reforma protestante, del surgimiento de la Iglesia anglicana y del antisemitismo.