Читать книгу Laicidad y libertad religiosa del servidor público: expresión de restricciones reforzadas онлайн
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[§ 23] La tercera etapa fue en la que se forjó la tolerancia. Para entonces los territorios habían adoptado o conservado una religión para sus súbditos, pero se veían enfrentados a facciones y diferencias religiosas que desencadenaron guerras constantes, concluidas con tratados en los que se pactaban reglas para tolerar personas con creencias distintas a la oficial del principado o reino.
Las guerras religiosas eran expresión del ánimo de auto-determinación religiosa y de expresión del culto y, aunque estaban íntimamente ligadas con aspiraciones y tensiones políticas, constituyeron, sin justificarlas, una manifestación del ánimo de libertad de cada individuo y de reuniones de ellos, para creer, reunirse y expresar públicamente la fe respectiva.
Ese tránsito en espiral entre cada guerra y el tratado con el que concluía, constituyó también un progresivo esfuerzo por lograr y ampliar garantías que permitieran expresiones externas de la creencia religiosa como la reunión y el culto, tal como se ilustra con los ejemplos expuestos a continuación.