Читать книгу Malestar en la civilización digital. Abordaje económico y filosófico онлайн
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2. La transformación de los circuitos de información, que en el tiempo de los medios tradicionales estaban en manos de proveedores de información (providers) que detentaban su control, es ahora un sistema totalmente abierto, cuyo modelo actual es Facebook o Twitter. Cualquiera tiene el derecho de decir lo que desee, pero los analistas intentan en todo momento determinar la temperatura de la conversación social. Veamos un ejemplo que viene del norte. Al levantarse todas las mañanas, Donald Trump lanza sus incesantes imprecaciones: aproximadamente 40 000 tuits a más de 54 millones de abonados en el primer año de su presidencia. La industria de la información se vuelca más a los influencers que hacia los periodistas, y desarrolla una industria de la atención y de la notoriedad que domina la opinión. Hoy manejamos buzzwords, y el buzz hace y deshace la reputación de los hombres públicos; los gurús son erigidos en héroes, se peopolizan (de people) las vedetes que duran lo que un lirio. Nos exponemos y sobreexponemos en nuestra intimidad más secreta, como si necesitáramos internet, como un efecto espejo para establecer nuestra autoestima. Es difícil delimitar el espacio público del espacio privado, que era antes nuestro jardín secreto, protegido de la mirada inquisidora de los poderes públicos y del vecindario. Hoy todo se sabe, porque siempre hay un teléfono inteligente dotado de una cámara de fotos que cliquea impunemente; aun los países más encerrados en sí mismos ya no están a salvo de las miradas externas. Las revoluciones árabes están allí para mostrar la porosidad de los mejores sistemas de control.