Читать книгу Informe 2084. Una historia oral del Gran Calentamiento онлайн
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Aunque la tasa de fecundidad necesaria para una población estable es de aproximadamente 2.1 hijos por mujer, a principios de siglo la tasa de Australia era de sólo 1.76. Eso significó que no tuvimos que implementar controles de población como lo hicieron muchos otros países. Sin embargo, sólo para estar seguros, establecimos un programa educativo masivo que mostraba lo que sucedería si la población de Australia aumentaba tanto en los siguientes cincuenta años como lo había hecho en los cincuenta previos, y pedimos a cada familia que hiciera su parte. A pesar de la objeción de la Iglesia católica, proporcionamos todas las formas de anticoncepción sin costo alguno. Hicimos que los abortos fueran seguros, fáciles de conseguir y gratuitos, sin preguntas. El resultado fue que la población de Australia disminuyó de veintidós millones en 2010 a dieciocho millones en 2050. Esa reducción tuvo el mismo efecto per cápita que si hubiéramos aumentado los recursos en alrededor de 20 por ciento.
Pocos países se adaptaron al calentamiento global tan bien como Australia y estamos orgullosos de eso. Conocíamos la sequía como pocos y usamos ese conocimiento a nuestro favor. Pero teníamos otra ventaja: nuestro aislamiento. Como el mundo ha aprendido por las malas, los países que mejor se adaptaron al calentamiento global se convirtieron por lo común en mecas para los refugiados climáticos. Si Australia hubiera tenido vecinos al otro lado de una frontera, como la suya con México, o incluso al otro lado de un mar fácilmente navegable, como el estrecho de Gibraltar, sin duda los refugiados climáticos también nos habrían invadido. Pero no tenían forma de llegar aquí, excepto en barco. Algunos lo intentaron en botes improvisados desde Filipinas e Indonesia, pero nuestra guardia costera los detectaba pronto.