Читать книгу Informe 2084. Una historia oral del Gran Calentamiento онлайн
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Lamentablemente, la Universidad de California en Santa Bárbara es una pálida sombra de lo que fue en su apogeo; la base impositiva que sostenía el sistema de esta universidad se redujo más de lo que nadie podría haber imaginado cuando nací, en 2005. Las grandes universidades fueron uno de los mejores inventos humanos, pero ahora todas están sufriendo y muchas ya han cerrado. Para fines de este siglo, varias más lo habrán hecho y en algún momento del próximo siglo, la última universidad habrá desaparecido.
Bien podríamos preguntarnos por qué, si las universidades tuvieron tanto éxito en la educación de la gente, sus millones de alumnos no se levantaron para detener el calentamiento global provocado por el hombre.
Una de las cosas más difíciles de ser académico y científico del clima en este siglo no es sólo la disminución de la financiación para la educación superior. No, lo que en realidad dolió fue que la opinión pública y los políticos, las mismas personas que habían entregado nuestro país a los negacionistas del clima y cuyo apoyo necesitábamos, se volvieran contra la clase educada en general y contra los científicos en particular. Nos convertimos en los villanos, las víctimas sobre las que dejaron caer todas las culpas. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de la gente, cuando mis hijos me preguntan qué hice para tratar de detener el calentamiento global provocado por el hombre, yo sí puedo responderles. Mis colegas científicos y yo lo intentamos, pero fracasamos. Eso es mejor que ni siquiera haberlo intentado.