Читать книгу El Tigre del Subte . Y otros cuentos del encierro онлайн
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Se sorprendían, y felicitaban al abuelo por mis composiciones. Yo me sentía orgullosa; las canciones que escribía me transformaban, me hacían ligera y me sentía etérea. Con ellas mi voz y mi cuerpo surcaban los matorrales y entonces el cielo, solo el cielo, me ponía límites.
Mis canciones eran un secreto compartido con el abuelo. Todos pensaban que yo tenía la habilidad de improvisar los poemas que cantaba, pero a escondidas de la comunidad, mi abuelo me enseñó a leer y a escribir. Entonces era prohibido para las mujeres y solo pocos hombres lo podían hacer. Yo fui privilegiada. A mi abuelo le gustaba leer y tenía algunos libros de poemas, los cuales yo devoraba noche tras noche, una y otra vez.
Así, a la luz de la vela y en un lugar donde solo mi abuelo me podía ver, escribí rodeada de luciérnagas. Ellos, los poemas clandestinos, eran liberados a través de las canciones que yo entonaba y que luego muchos repetían. Para mi pequeña vanidad era el acto más heroico jamás logrado por una mujer.