Читать книгу El Tigre del Subte . Y otros cuentos del encierro онлайн
39 страница из 41
El comedor era un lúgubre salón conventual. Representaciones de tortura y dolor entre santos y beatos colgaban pobremente de las paredes. La abstinencia rigurosa era el estandarte de poder del lugar. La mesa, precedida por un crucifijo de madera, estaba dispuesta para el almuerzo. Un frutero vacío en el centro, 27 puestos con platos blancos, vasos metálicos y cinco jarras con agua, organizados a lo largo de la mesa escoltaban lo que seguro no iba a ser un día normal.
Llegó el mediodía. Veinticinco figuras oscuras entraron sigilosamente con la cabeza baja. Sin hacer ruido alguno, ocuparon sus lugares. Uno de ellos quedó vacío. El mutismo era angustioso, todas tenían la mirada fija en su regazo.
El silencio fue quebrantado por el sonido de unos pasos sin apuro que se acercaban al recinto. Con una tensa calma una mujer de contextura gruesa y alta, de unos 65 años, dueña de una expresión imperturbable y severa, se paró en la cabecera de la mesa, opuesta al crucifijo. Observó detalladamente el panorama que tenía al frente.