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Clora se encogió de hombros.
—Algo así. Ese Den era un rufián. Yo no era la única y lo sabía, pero no me importaba. —Volvió a sonreír, mirando a la lejanía—. Era uno de esos tíos duros a los que una mujer no podía resistirse. No me hubiera importado que se tirara a la mitad del pueblo mientras volviera a mí de vez en cuando. —De repente, su semblante se apagó—. Pero cuando oí hablar de Eleanor, pensé que se había pasado.
—¿Eleanor? ¿Ellie Ozgood? ¿La hija de Oliver Ozgood?
—Usted ya ha investigado —dijo Clora—. La hija y heredera de Ozgood.
—¿Tenían una relación?
—Eso decían. A mí me resultaba difícil creerlo. Den tenía menos de cuarenta años. Podía resultar atractivo para cierta edad, pero una chica rica de un colegio privado… no lo podía entender. Entonces se supo lo de la violación. Eso tenía más sentido.
—Por supuesto, a usted le sorprendió lo que hizo.
—¿La violación? —Clora rio—. Un montón de mierda, eso es lo que era. Den no era un violador, no tenía ese carácter. —Sonrió con suficiencia—. Con esa mirada, no lo necesitaba. No, era la palabra de ella contra la suya. El caso se habría sobreseído incluso si ella no hubiera retirado los cargos. Den habría sido absuelto de cualquier delito, como cualquiera con medio cerebro habría sabido. No, traspasó una línea desde el principio al acercarse a ella. Por ir con el enemigo.