Читать книгу Malestar en la civilización digital. Abordaje económico y filosófico онлайн
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El problema no es, entonces, el candor pregonado como virtud de Zuckerberg; es la filosofía libertarista que él practica. Una filosofía muy en boga en Silicon Valley que se resume así: todo está permitido hasta que se prohíba formalmente. En inglés, se dice “Don’t ask permission ethic” (Cardinal, 12 de abril del 2018). Esta manera de proceder se remonta a la época de Napster —recordemos que era en los años noventa—, que le ofrecía a quien quisiera compartir la escucha de la discoteca de cualquier persona, sin pagar los derechos de autor a los artistas ni a las productoras musicales. Napster, que gozaba de gran popularidad entre los internautas, se rehusaba categóricamente a pagar nada a los creadores, so pretexto de que no era ni un fabricante ni un distribuidor de contenidos.
La llave del éxito de las plataformas en Estados Unidos
Solemos aceptar como evidente el hecho de que Google, Facebook o Uber serían las encarnaciones de esos modelos “disruptivos”, que funcionan a base de innovación.