Читать книгу Informe 2084. Una historia oral del Gran Calentamiento онлайн
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Los científicos de principios de siglo habían pronosticado que para 2100 en la cuenca de la Amazonia aumentaría la temperatura entre 9 y 14.5 °F [5 y 8 °C] y que las precipitaciones se reducirían 20 por ciento. Sin embargo, el clima de la Amazonia se calentó y se secó todavía más rápido. Para 2030, 60 por ciento de la selva tropical ya había desaparecido. Para 2050, 80 por ciento y hoy, 95 por ciento. Dentro de una década o dos, toda la selva tropical de la Amazonia, a excepción de algunos parches dispersos, habrá ardido por completo, lo que significará el fin de todos los pueblos indígenas y de miles de especies. La Amazonia fue alguna vez el hogar de una de cada cuatro o cinco especies de mamíferos, peces, aves y árboles. Ahora muchos han desaparecido, llevándose ecosistemas completos con ellos. Los bosques de Maranhao babau, los bosques secos del Marañón, los bosques nublados de Bolivia y todas sus especies se han ido, para no volver jamás.
Antes de arder, la Amazonia era tan vasta y verde que ayudaba a controlar el clima de todo el planeta. El bosque era una enorme esponja de calor que mantenía fuera de la atmósfera cientos de miles de millones de toneladas de dióxido de carbono. Dicen que la selva amazónica evaporaba 8 billones de toneladas métricas de agua cada año. Esa agua era fundamental para la formación de cúmulos, que liberaban la lluvia que sostenía el bosque. No recuerdo cuándo vi por última vez una de esas nubes. Lo que vemos en su lugar es humo. La Amazonia era tan crítica para el clima mundial que los científicos creen que su pérdida ha provocado que caiga menos lluvia en América Central, en el medio oeste de Estados Unidos e incluso en lugares tan lejanos como la India.