Читать книгу El misterio de los días. Claves para sanar y reinventar la vida онлайн
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Me invitaba a la casa de sus padres con frecuencia y así pasé a ser parte de una familia de la India en Nairobi; seres muy amables y cariñosos con los que compartía su comida repleta de aliños y sabores indescriptibles. Realmente Arya era un prodigio en la cocina y sus recetas ancestrales eran un tesoro que se abría para mí cada vez que me sentaba en su mesa.
Disfrutábamos de estar juntos conversando de cualquier tema. Lo importante en ese comedor era que además no faltaban los invitados casuales, a veces hermanos, amigos, eran todos recibidos con simpatía y abundancia.
Su padre me recordaba al mío. Se sentaba en un cómodo bergere a disfrutar un vasito de whisky, como si el mundo y las obligaciones cotidianas no existieran. Sus momentos importantes eran solo para él, eran la pausa necesaria para saborear el día a través de un pequeño sorbo de alcohol, un aroma que lo deleitaba, y luego suspiraba y sonreía.
Era un recordatorio para gozar de los pequeños momentos y los simples regalos de la existencia.