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Slim miró hacia abajo en la oscuridad de los árboles.
—No veo nada.
—No queda nada más que un chasis oxidado cubierto de zarzas, pero ahí sigue. Vamos, se lo enseñaré.
Croad salió de la carretera, bajando inmediatamente por la ladera de la colina. Tras dar un par de pasos, quedó por debajo de su altura. El entrenamiento militar de Slim se puso en marcha y se agachó, revisando el sotobosque en busca de algo que estuviera fuera de lugar, algo sintético o alterado por el hombre.
Una carcajada le hizo mirar arriba.
—¿Quién se cree que es, Schwarzenegger? No hay nada de lo que preocuparse por aquí. Esto no es Vietnam, soldado.
Slim se preguntó cuánto sabia Croad de su pasado, pero lo dejó pasar, sonriendo:
—Me gustaban los bosques cuando era niño —dijo, algo que en su momento fue cierto, pero que había cambiado desde entonces. Tampoco le gustaban los espacios abiertos, pero al menos tenías más oportunidades de ver a tu enemigo.
—Como a todos —dijo Croad, dándose la vuelta y alejándose—. No hay nada de lo que preocuparse, salvo unos pocos fantasmas. Dejaron el coche, pero se llevaron el cadáver de Den.