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—La casa de Den —repitió Croad mientras salía y rodeaba el coche para unirse a Slim en la cancela—. Después de llegar el primer mensaje, Ozgood me hizo venir aquí a echar un vistazo, a ver si aparecía Den. Estuve vigilando durante semanas. Nada.
—Pensaba que Sharp estaba muerto.
—Lo está. O debería estarlo. Los fantasmas no pueden escribir cartas ni mandar correos electrónicos, ¿verdad?
Slim dejó a un lado la cancela hasta un muro de piedra enterrado y subió por él. Si eso había sido alguna vez algo parecido a un jardín, hacía mucho de eso, reemplazado por un bloque denso de zarzas que se prendían a los vaqueros de Slim mientras este se abría paso.
—¿Va a entrar? —preguntó Croad—. Necesitará esto. —Se inclinó por encima de la cancela para dar una linterna a Slim—. Los jóvenes han destrozado el lugar, así que Ozgood lo hizo tapiar, ya que no se volvió a alquilar.
—Me gustaría conocer a esos jóvenes —dijo Slim—. Seguro que tienen historias que contar.
—En el parque los viernes por la noche —dijo Croad—. Los encontrará en el jardín de la cerveza, bebiendo sidra barata. Eso hace que siga funcionando la tienda de Cathy.