Читать книгу El Tigre del Subte . Y otros cuentos del encierro онлайн
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Después de un rato, largo, intuyo, podía percibir algunas sombras. Específicamente, tres sombras pasaban por mi lado. Eran borrosas, sin embargo, no tenía miedo. Me sentía a gusto, confiado entre las sombras. No sé cuánto tiempo pasaría, un año creo, cuando ellas se fueron aclarando. Yo no sentía el tiempo, tampoco hambre, ni frío, ni calor. No tenía sueño, no sé si estaba despierto. Todo era extraño, pero confiable.
Las sombras se volvieron imágenes nítidas. Eran madre, padre y hermana. Encontrarlos me dio una alegría indescriptible. Grité de júbilo, pero no tenía sonido. Los abracé, pero mis brazos se evaporaban. Estaba de vuelta en casa. Ellos no eran los mismos, sus ojos se habían tornado lúgubres, tristes. Entonces encontré el recorte del placar; yo había sido asesinado un año atrás. Eso explicaba todo. Ahora comprendía lo que me pasaba y les pasaba a ellos.
Intenté comunicarme, dejarles saber que no me había ido, que estaba ahí. Quería que no se preocuparan, ni estuvieran tristes, pero en mi condición era muy difícil generar una conexión. Finalmente lo logré. Podía hacerles sentir una brisa tenue cuando estaba cerca de alguno de ellos. Al principio nadie habló sobre mi presencia. Luego de un tiempo, el tema se puso sobre la mesa. Madre llamó a un sacerdote para que “limpiara” la casa. Mal entendieron mis intenciones. Empezaron toda suerte de tretas y artilugios para deshacerse de mí. No sé muy bien si sabían que se trataba de mí, o pensaban que era otra cosa, o presencia que convivía con ellos. Hace cuatro años, los vi por última vez. Los vi salir abatidos, grises y afligidos. No me pude despedir.