Читать книгу El Tigre del Subte . Y otros cuentos del encierro онлайн
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Ahora convivo con la delicada redecilla brillante y transparente que teje cuidadosamente una araña en la puerta entrecerrada del placar. El bosque ha venido a hacerme compañía. Las paredes, que se habían puesto oscuras, ahora están finamente tapizadas por un manto verde de musgo. Como no puedo salir, el bosque vino a casa. Sin embargo, yo no me muevo de la ventana, porque todos los días los veo partir.
SUGESTIÓN
Sentía su muñeca tibia por la continuidad de la espesa sangre que salía de ella. El silencio del recinto era sombrío. De forma casi desesperante se escuchaba el lento y constante golpeteo de la sangre al caer al piso.
Cacho, le decían desde chico. Él no era como los otros niños. Era dulce, un poco enfermizo y siempre dispuesto a apoyar a los demás. Vestía con buenas intenciones, pero eso nunca impidió que fuera el blanco de las burlas de sus pares.
Es increíble la crueldad a la que pueden llegar los chicos.
Cacho tenía un defecto en los ojos; estos eran muy redondos y grandes, como si no tuvieran párpados. Este defecto le impedía un poco su visión clara, pero no era una enfermedad, solo era un detalle. Por lo demás todo estaba muy bien y, sobre todo, como ya se mencionó, el interior de este niño era cálido, amplio y transparente como un amanecer en el campo.