Читать книгу El Tigre del Subte . Y otros cuentos del encierro онлайн
23 страница из 41
Pepa tenía 35 años. Era alegre, desfachatada, insolente y le sobraba seguridad. Asimismo la acompañaban la mala reputación y la ligereza. Era coqueta por naturaleza y muy conocidos sus amoríos del bajo fondo. Malandros y vagabundos hacían parte de sus entregas en los bares y callejones.
Cacho la veía pasar y solo le hacía un movimiento leve de cabeza para saludarla cuando tenía la máscara puesta. Si Pepa pasaba y él no tenía su protector, se escondía. Es decir, Pepa no conocía a Cacho.
A él su risa estridente le parecía cautivadora. Sabía sus recorridos y se ocultaba en las sombras para verla pasar y disfrutar de su personalidad escandalosa. No se sabe si estaba enamorado de ella, pero lo cierto es que le producía felicidad.
Antes de dormir dedicaba sus pensamientos a Pepa. Imaginaba cómo sería hablar con ella y reírse, cómo sería caminar a su lado o tomar un café, cómo sería si ella lo pudiera ver sin espanto o burla, o cómo sería una vida con otros ojos.
El 13 de mayo de 1962, cuando Cacho salía de su taller de soldadura a las 20 horas, no vio pasar a Pepa como era la costumbre. Esperó en la oscuridad una hora y media, luego siguió camino a su casa.