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—Salid de aquí —les dijo, con una voz ronca y chirriante, señal de su abuso del tabaco o del alcohol, o de ambos.
—Busco a Dennis Sharp —dijo Slim.
Shelly miró detrás de sí, como si buscara algo que arrojarle.
—Hay gente loca que cree que Den sigue vivo —dijo Croad—. Muéstraselo, Shelly, para que me deje en paz.
—Sal de mi maldito porche, sabandija —le escupió a Croad, haciendo que este diera otro paso atrás—. Solía gustarme tu mirada, pero te has convertido en un esbirro de Ozgood desde hace tanto tiempo que la veo llena de…
—Puedo volver en otro momento —dijo Slim.
Shelly gruñó y le tiró algo. Le dio en el muslo y rebotó. Slim frunció el ceño. Un muñeco artesanal, sucio y arañado como si alguien lo hubiera arrastrado con el pie por cemento. Su cabeza hecha con cable tenía pequeñas depresiones y quedaban restos de pegamento en los ojos que le habían sacado, mientras que su boca estaba cubierta por cinta adhesiva. Frunciendo el ceño, Croad levantó un pie y la pateó hacia la hierba.
—Solo enséñaselo, Shelly —dijo el viejo—. Déjale que lo vea.